Por: Karen Arevalo Calle y Mary Vargas Arcos
A tan solo pocos días de haberse conmemorado el #8M, recordábamos la gran brecha académica y salarial que divide a hombres y mujeres. El Instituto Peruano de Economía (2022) afirma que esta diferencia incrementó fuertemente del 19% en 2020 al 25% en 2021. Ante ello, nos animamos a explorar cómo esta desigualdad académica ha afectado a las mujeres peruanas que se desenvuelven en el campo de las ciencias sociales. De por sí, las ciencias sociales configuran un espacio que ha sido predominado y liderado por varones históricamente.
La Organización de las Naciones Unidas estableció el 11 de febrero del 2015 como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Sin embargo, solo se toma en cuenta a las mujeres que participan en las ciencias exactas. ¿Dónde quedaron las mujeres en las ciencias sociales? Ello se debe a la continuidad de un sistema androcéntrico y patriarcal moderno en el que las ciencias sociales no son consideradas como parte de un conocimiento significativo.
Los números no cuadran
Según un estudio conjunto liderado por Grade, IEP, CIUP y Cisepa-PUCP, más de la mitad de estudiantes universitarios de ciencias sociales son mujeres (Alcázar & Balarín, 2018). No obstante, solemos presenciar menos mujeres en eventos académicos y puestos de trabajo relacionados a las ciencias sociales. Así, por ejemplo, el número de investigadores y docentes universitarios varones en puestos directivos o de liderazgo es dos veces mayor al número de mujeres en dichos puestos. A esto, se suma la brecha salarial en materia de investigación académica en donde el 26% de varones configuran sueldos de ingresos altos y las mujeres el 16%. Tal parece que estas disparidades son más visibles cuando existen de por medio otras realidades que intersectan la vida de estas mujeres, por ejemplo: su rol de madres, su región de origen, etc.
¿Cómo explicar esta desigualdad?
Alcázar y Balarín (2018) concuerdan que la persistencia de la desigualdad de género en este campo de estudio se debe a la poca institucionalidad del Estado Peruano y la casi nula existencia de políticas públicas que promuevan la investigación de las mujeres y las ciencias sociales. Asimismo, este ambiente precario normaliza la existencia de redes informales poco meritocráticas; sino, espacios altamente masculinizados y antropocéntricos en donde la trayectoria académica de las mujeres es puesta en tela de juicio.
Por otro lado, estas divisiones también encuentran una explicación desde la disparidad de los roles del hogar; de modo en que se proyectan barreras extrainstitucionales que no toman en cuenta condiciones igualitarias entre varones y mujeres a lo largo de su trayectoria profesional. De esta manera, se aplica una discriminación sutil por parte de las instituciones al momento de la contratación, estos pueden ser: valoraciones distintas al trabajo de las mujeres vs. el de los hombres, estereotipos de géneros, etc. (Vargas, 2014). Provocando así, la invisibilización y neutralidad de las disparidades generando una posición injusta por el hecho de “ser mujer”.
El impacto de las científicas en las ciencias sociales
Enfrentando a la masculinización de la academia, las mujeres han sabido ganarse espacio y luchar por su reconocimiento. Las cifras demuestran cómo antes de los 90 la producción académica peruana por mujeres representaba el 10%, mientras que en la última década la cifra ascendió a un 25% (Ñopo, 2014, p.149). Estas cifras se incrementan aún más cuando nos referimos a temas de estudio específicos, como los estudios en torno a educación donde más del 66% de la producción es garantizada por mujeres (Ñopo, 2014, p.150). Es necesario señalar que estos logros han podido coexistir con la imposición de la maternidad y roles de género como cuidadoras dentro de sus familias. Factores que continúan recortando la presencia femenina en estos espacios.
¿La lucha por mayor presencia ha perdido importancia?
Los continuos esfuerzos por incluir y visibilizar a las mujeres en estas áreas, han resultado insuficientes para lograr una sociedad con paridad. Si bien por un lado la brecha salarial entre hombres y mujeres en las ciencias sociales, según datos de la ENAHO de 2007 al 2012 y teniendo en cuenta variables como educación, edad, menores y adultos mayores a cargo, número de trabajos, etc., se ha reducido a casi cero, las brechas de empleabilidad mencionadas líneas atrás, sigue persistiendo. Desde el Estado se ha estado legislando en favor de la mitigación de estas brechas. La ley más resaltante es la N°28983 Ley de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, aprobada en 2007, asignando a diversos representantes y organismos estatales la responsabilidad de garantizar igualdad de oportunidades. Ello teniendo en consideración las características culturales, educativas, etarias, etc, de las mujeres.
No obstante se eleva una crítica a esta en dos aspectos. En primer lugar, la ley no tiene como eje el adaptarse al campo laboral específico de las mujeres. Las generalidades que se pretenden aplicar se desentienden de las necesidades laborales de cada grupo de trabajo. Por tanto, tampoco se pueden establecer medidas concretas, como el establecimiento de una cuota de género porcentual en las listas políticas de los procesos electorales dada por la Ley de paridad y alternancia N°30996. Nuevamente, esto porque no se tiene como base un análisis de cómo se comportan el mercado laboral para las científicas sociales. En segundo lugar, pese a que se exige un informe del cumplimiento de esta ley como parte de La Política Nacional de Igualdad de Género, no se ha buscado adaptarla al contexto actual. Se ha decidido ignorar las variaciones que se han generado no solo en el mercado laboral, sino en los contextos vivenciales de las mujeres. Estas variaciones se han dado gradualmente en los últimos 15 años, sin embargo los tres últimos, contacto con un impacto global, merecen la suficiente atención como para replantear las medidas y hacerlas más coherentes.
No se puede evaluar la efectividad de las medidas que buscan reducir a cero las brechas de empleabilidad y reconocimiento académico, porque simplemente no existen. Por lo tanto, la lucha por visibilizar, valorar y remunerar correctamente a las mujeres en las ciencias sociales no solo resulta importante, sino necesaria. Este reto se entrelaza con otras luchas como las propongan espacios seguros y accesibles para las mujeres en la política, de tal manera que siendo parte de la situación, logren legislar desde la interseccionalidad. A ello se suma entonces, la lucha por el acceso a una educación superior, básica, por los derechos sexuales y reproductivos, por infancias sin violencias, etc. Es decir, que los resultados llegarán desde un levantamiento horizontal, plural y simultáneo en pro de la presencia de las mujeres desde sus hogares y escuelas hasta los cargos políticos, pasando por la academia.
Últimas reflexiones
Las ciencias sociales por sí solas son protagonistas de los prejuicios que desmerecen su importancia y recortan sus ofertas laborales. Ello se llega a multiplicar y a unirse con otros factores negativos si nos enfocamos en las mujeres que deciden laborar en estas áreas. Enfrentar las desigualdades de género en las ciencias sociales, y, en la academia en general, requiere de mayor institucionalidad y ejercicio de políticas públicas efectivas que cierren esta brecha. Asimismo, se necesita generar mayor conciencia y visibilidad a las mujeres en las ciencias sociales para despertar el interés en la investigación. Finalmente, es importante trasladar estos cuestionamientos a otros campos donde el trabajo, la investigación y desempeño de las mujeres se ve limitado y obstaculizado (como en el caso de las mujeres en las humanidades). Solo así podremos empezar a forjar una verdadera igualdad para todas.
Atte: Dos mujeres en las ciencias sociales.
Referencias:
Alcázar, L. & Balarín, M. (2018). Desigualdad en la academia: mujeres en las ciencias sociales peruanas. Grupo Sofía. https://idl-bnc-idrc.dspacedirect.org/bitstream/handle/10625/57438/IDL-57438.pdf
Anderson, J. (2014). Prejuicios, paradigmas y poder: explicar (y cambiar) la posición de las mujeres en las Ciencias Sociales peruanas. Bajo el radar de Sofía: Oportunidades y Barreras de las profesionales en el Perú, pp. 14-49. https://cies.org.pe/sites/default/files/pagina/files/tti_-_gs_ppt_j_anderson.pdf
Decreto supremo N° 008 -2019-MIMP de 2019 [Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables]. Decreto supremo que aprueba la Política Nacional de Igualdad de Género. 4 de abril de 2019. El Peruano.
Instituto Nacional de Estadística e Informática & Encuesta Nacional de Hogares. (2013). Informe Técnico: Evolución de la Pobreza Monetaria 2007-2012.
Instituto Peruano de Economía. (8 de marzo de 2022). Brecha salarial se incrementó fuertemente y se cerraría dentro de 50 años. https://www.ipe.org.pe/portal/brecha-salarial-se-incremento-fuertemente-y-se-cerraria-dentro-de-50-anos/
Ley Nº 28983 de 2007. Ley de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. 16 de marzo de 2017.
Ley N°30996 de 2019. Por la cual se modifica la Ley Orgánica de Elecciones respecto al sistema electoral nacional. 27 de agosto de 2019.
Ñopo, H. (2014). Mujeres en las Ciencias Sociales en el Perú: avances y retos. Bajo el radar de Sofía. Oportunidades y barreras de las profesionales en el Perú, pp. 141-153.
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