top of page

Mismo país, oportunidades desiguales: así se vive la educación rural y urbana en Perú.

Redactado por: Lia Estefani Mamani Ccorimanya, Liz Nadia Ccallohuanca Hancco, Rosario del Carmen Choque Vasquez y Yoselyn Karen Turpo Flores.


INTRODUCCIÓN 


¿Por qué los estudiantes rurales suelen obtener puntajes más bajos que los de la ciudad? ¿Qué rol juegan las políticas educativas locales en esta desigualdad? ¿Será que es posible cerrar estas brechas? 


Se estima que cerca de 580 millones de niños menores de cinco años viven en países con bajos y medianos niveles de ingreso (PIBM), y una proporción significativa —más de 250 millones, es decir, un 43%— experimenta un crecimiento insuficiente como consecuencia de condiciones adversas. Estos niños enfrentan múltiples riesgos que comprometen su bienestar físico y dificultan el desarrollo adecuado de sus capacidades cognitivas y conductuales (Betancur, 2024).   


Ante este hecho, se vuelve cada vez más relevante analizar cómo varían las condiciones del desarrollo infantil según los contextos geográficos (urbano y rural). En esta línea, las diferencias de rendimiento académico entre zonas urbanas y rurales son un reto persistente en países de ingresos bajos y medios donde las condiciones estructurales limitan el acceso equitativo a una educación de calidad y, a su vez, refuerzan las desigualdades socioeconómicas (Yupanqui, 2025).  Esta brecha no solo se refleja en los resultados de aprendizaje, sino también en la dinámica del desarrollo en el aula, afectando de manera significativa a estudiantes en situación de vulnerabilidad. Un ejemplo claro de estas limitaciones estructurales es la brecha digital: según el Ministerio de Educación, en las escuelas públicas peruanas solo hay una computadora por cada doce estudiantes de primaria y una por cada siete en secundaria, cifras que son aún más alarmantes en regiones como la Amazonía, donde en algunos casos hay un equipo disponible por cada 94 alumnos de primaria (Gestión, 2024). Esta desigualdad tecnológica dificulta el acceso a recursos educativos digitales, esenciales para el aprendizaje actual, y contribuye a mantener las diferencias educativas entre territorios. 


Ante esta situación crítica, los niños y adolescentes indígenas, quienes representan una proporción significativa del alumnado rural, suelen enfrentar mayores dificultades educativas debido a la falta de propuestas pedagógicas que integren sus lenguas originarias y su identidad cultural. Es así que el Estado peruano ha promovido estrategias que fomentan el involucramiento directo de las comunidades locales en el proceso educativo, entre dichas acciones presentamos programas relevantes que implementó el Estado peruano: Educación Bilingüe Intercultural (EBI) y “Aprendo en casa”, orientados a fortalecer el acceso a una enseñanza más inclusiva y adecuada al contexto sociocultural de estas poblaciones. (Yupanqui, 2024).  


Este artículo busca analizar las causas y consecuencias de la brecha educativa urbano-rural, así como las implicancias de políticas participativas en la mejora de la equidad escolar. 


SITUACIÓN ACTUAL DE LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ  


El sistema educativo peruano presenta una marcada desigualdad entre zonas urbanas y rurales debido a factores económicos, de infraestructura y socioculturales. Mientras que los estudiantes urbanos acceden a escuelas bien equipadas con docentes capacitados y tecnología, aquellos en áreas rurales enfrentan múltiples obstáculos, como deficiencias en infraestructura, escasez de maestros, falta de educación bilingüe y acceso limitado a recursos digitales. Estos problemas contribuyen al aumento de la brecha educativa y a mayores tasas de deserción escolar en el ámbito rural (Yupanqui, 2025). La desigualdad educativa es un problema grave con múltiples causas y efectos, como las diferencias en acceso, permanencia y aprendizaje. A nivel mundial, cerca del 17 % de niños y adolescentes, unos 258 millones, no están escolarizados (Parillo et al., 2023). 


En los últimos cinco años, Perú ha sido uno de los países de Latinoamérica con menor inversión en educación, ubicándose en el puesto 33 de 66 según un informe mundial. La gestión de estos recursos recae en los gobiernos regionales, lo que ha intensificado las desigualdades educativas entre regiones y ha generado una notable variabilidad en los resultados académicos a nivel nacional (Serrano et al., 2023). Investigaciones en países de ingresos bajos y medios, incluido Perú han evidenciado que los niños en zonas urbanas suelen obtener mejores resultados educativos que aquellos en áreas rurales, en gran parte debido a la distribución del ingreso. En Perú, los datos nacionales reflejan esta brecha: entre los estudiantes rurales de segundo grado, solo el 7% alcanza el nivel esperado en lectura y el 4% en matemáticas, mientras que en zonas urbanas estos porcentajes ascienden al 38% y 15%, respectivamente (Betancur et al., 2024). Además, la falta de acceso a recursos de aprendizaje y tecnología digital profundiza aún más la brecha educativa. Mientras que en las escuelas urbanas más del 85 % de los estudiantes pueden acceder a educación en línea, aprovechando aulas virtuales y herramientas digitales, en las zonas rurales solo el 26 % de las escuelas dispone de una conexión a internet confiable, lo que restringe considerablemente el uso de la tecnología en el aprendizaje (Yupanqui, 2025). 


FACTORES QUE GENERA DESIGUALDAD EDUCATIVA EN AMBOS ESCENARIOS  


La disponibilidad de docentes calificados es un factor clave en la desigualdad educativa. Las escuelas rurales enfrentan dificultades para atraer y retener maestros debido a las condiciones desfavorables de trabajo, los bajos salarios y la falta de oportunidades de crecimiento profesional. Además, la relación estudiante-docente es más desfavorable en las zonas urbanas, con un promedio de 36 alumnos por profesor, en contraste con los 22 por docente en áreas urbanas, lo que incrementa la carga laboral y limita la atención individualizada en el aula (Yupanqui, 2025). Así mismo en la investigación de Rojas y Carrasco (2024) realizan una reflexión sobre el papel de distintos capitales tanto social, cultural, familiar etc., sobre la trayectoria educativa de los estudiantes, se destaca cómo la familia tiene un rol fundamental en la educación y cómo estos capitales influyen en el rendimiento escolar y en la posibilidad de continuar estudios superiores, se menciona que gran parte del aprendizaje depende de lo que los estudiantes pueden hacer con los recursos que traen consigo, la familia es clave ya que, no solo influye en el rendimiento académico, sino que también es la parte esencial en el desarrollo educativo, los recursos sociales y culturales que los estudiantes poseen pueden ayudarles a completar su educación, pero muchas veces no son suficientes para que todos tengan las mismas oportunidades. Además, se tiene en consideración que la escuela sigue reproduciendo desigualdades, ya que los recursos de los estudiantes no garantizan que todos terminen en igualdad de condiciones. 


Los estudiantes de zonas rurales en Perú enfrentan múltiples barreras para acceder a una educación de calidad, limitados por la falta de oportunidades y el escaso apoyo del Estado. La baja inversión en educación, que no supera el 6 % del PBI, impide mejorar la infraestructura, la formación docente, el acceso a materiales adecuados e incluso servicios básicos como internet (Benancio, 2024). Además, la lejanía de sus escuelas los obliga a recorrer largas distancias en condiciones adversas, muchas veces sin haber comido. La pobreza también los obliga a trabajar en el campo para contribuir a la economía familiar, lo que dificulta su continuidad escolar. A pesar de estos obstáculos, algunos estudiantes rurales logran superar las dificultades y acceder a la educación superior, reflejando su esfuerzo y determinación (Benancio, 2024). 


Según Benancio (2024), la educación en las zonas rurales de la región Huánuco enfrenta una serie de desafíos persistentes. Como docente, ha sido testigo directo de la desigualdad educativa, evidenciada en la falta de infraestructura adecuada en muchas instituciones, la ausencia de señal de internet y la carencia de servicios sanitarios básicos. Además, no existen espacios destinados para los docentes que laboran en estas áreas, y los bonos por ruralidad resultan insuficientes para cubrir los costos de su permanencia. A esto se suman la escasez de personal de apoyo, la falta de docentes frente al aumento de la población estudiantil y la impotencia de las autoridades locales, quienes no cuentan con el presupuesto necesario para fortalecer el sector educativo. 


Para mejorar la calidad educativa y reducir estas brechas, el país ha participado en evaluaciones internacionales estandarizadas, lo que ha permitido identificar una gran variabilidad en el desempeño de los estudiantes en lenguaje y matemáticas. Además, la Evaluación Censal de Estudiantes ha evidenciado que estas diferencias afectan tanto a instituciones urbanas como rurales, y a colegios públicos y privados. En este contexto, las desigualdades en el sistema educativo están determinadas, en gran medida, por la ubicación geográfica de los estudiantes y por la capacidad económica de sus familias para costear una educación privada (Serrano et al., 2023). 


EL ROL DEL ESTADO EN LA REDUCCIÓN DE LA BRECHA EDUCATIVA  

Aunque los porcentajes de desigualdad han reducido en el Perú, la brecha educativa permanece latente, esto se debe principalmente a causas estructurales y de políticas públicas. En ese sentido, ponemos como ejemplo el caso de aquellos que no logran terminar la educación básica regular, pese a las políticas estatales de promoción. Si bien la educación secundaria ha presentado un mayor alcance, este alcance no ha sido igual, puesto que todavía existe una brecha entre jóvenes que terminan el “colegio” y pertenecen a la zona rural o urbana.  


Históricamente la secundaria rural empezó a ver la luz en los años ochenta, pero es recién en este milenio cuando adquiere demanda y se fortalece institucionalmente en el Perú.  


Como se ha advertido la creación de la educación secundaria es un fenómeno social nuevo, que se debe a la obligatoriedad de la educación básica completa por medio de la Constitución de 1993 gracias a la demanda de aquellos que lograron terminar la primaria y mantuvieron la expectativa de continuar educándose, ejerciendo presión para la creación del servicio. (Montero y Uccelli, 2020).  


Como se ha explicado anteriormente, el Estado ha ido promocionando la educación básica regular gracias a la exigencia de los propios alumnos; sin embargo, al ser esta brecha una brecha conexa a las de economía, el reto es aún mayor.  


Es innegable la relación entre la sociedad rural y el Estado, ya que múltiples autores han concluido que existe una complejidad para el acceso a la educación en zonas rurales y respectivamente, la conclusión de la educación básica regular. Entre las causas, está el idioma, la identidad y la cultura, causas que el Estado debe erradicar, he ahí su relación. (Montero y Uccelli, 2020) 


Entre las políticas generales que ha implementado el Estado, tenemos diversas escuelas rurales, las cuales tienen una demanda de educación básica regular. Al año 2019, las escuelas rurales daban cobertura a 1.226.539 alumnos, a través de 51.697 escuelas y programas de apoyo; sin embargo, cabe analizar las condiciones de estas escuelas y programas, asimismo la calidad de su cobertura en aras de cerrar esta brecha entre educación rural y urbana. (Montero y Uccelli, 2020) 


Este artículo resalta la evidente relación entre la pobreza y las zonas rurales. Este eje económico es un indicador determinante, cuando se relaciona con aquellos que necesitan Educación Básica Regular (EBR), también necesitan trabajar. En ese sentido, en la zona rural del Perú existen 21 centros de Educación Regular Alternativa (EBA). (Montero y Uccelli, 2020)    


Ahora bien, sobre las políticas específicas que pone a disposición el Estado para la reducción de la brecha entre educación rural y urbana, misma que tiene relación con las brechas socioeconómicas, tenemos el Programa Nacional de Apoyo Directo a los Más Pobres - Juntos, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, el cual tiene como finalidad apoyar a los hogares más pobres del Perú en temas y situaciones de salud y educación para prevenir la deserción escolar. Además de programas que incentiven la continuidad escolar universitaria, como Beca 18 o Beca Permanencia.  

 

INICIATIVAS O SOLUCIONES PARA PODER REDUCIR ESTA BRECHA 


En Perú, la pobreza rural persiste como un muro difícil de romper, pese a los avances en ciertas zonas urbanas. La investigación de Yupanqui (2025) pone en evidencia la gran desigualdad entre las zonas rurales y urbanas, donde lo rural no solo implica una ubicación territorial, sino también un desfase estructural en acceso a los servicios básicos, al desarrollo humano y las diversas oportunidades económicas. Por ende, para hablar de un verdadero desarrollo educativo en nuestro país, es necesario abordar la brecha educativa desde políticas públicas diferenciadas y sostenibles.  


En nuestro país, la revisión de Mendoza (2023), muestra que la brecha rural-urbana es el resultado del abandono institucional histórico, junto con los problemas estructurales como la centralización educativa, la baja calidad de la administración pública estatal y la inseguridad en los servicios básicos. El problema principal, en las zonas rurales, es la pobreza que no solo es más profunda a diferencia de las zonas urbanas, sino que es más persistente, atrapando a miles de personas dentro de dinámicas en la que ni siquiera las mejoras en las condiciones de vida son suficientes para, al menos, superar el umbral de la pobreza (Mendoza, 2023).  


En ese sentido, a nivel político se debe reconocer a las zonas rurales como una oportunidad estratégica para el desarrollo nacional, en lugar de responsabilizarse. Según Suárez y Camacho (2023), las políticas públicas de educación rural pueden ser clave en el desarrollo territorial; además, la mayor inversión en la zona rural puede romper el ciclo de la pobreza y crear movilidad social, especialmente si va acompañado de una reforma educativa en donde se adapten las políticas a las particularidades de las zonas rurales para lograr un impacto significativo en la calidad de vida de la población, promover la descentralización y fortalecer la participación de la comunidad. Estas políticas educativas deben centrarse en la promoción del desarrollo integral de las zonas rurales, abordando tanto la educación como el acceso a otros servicios educativos que son básicos, como la salud y la infraestructura desde un enfoque integral.  


Para que las políticas educativas generen un impacto significativo y real en las zonas rurales, así como en las urbanas, no solo se debe centrarse en la educación en sí, sino también en el contexto social y económico de cada zona; es decir, integrar la educación con la disponibilidad de los servicios básicos como la salud, el agua potable y la energía (Mendoza, 2023). Además, es menester considerar que estas políticas se ajusten a las particularidades culturales y económicas de cada zona, ya sea rural o urbana, de esa manera, se fomentan diversas alternativas que honren las costumbres locales y favorezcan el desarrollo sostenible del país.  


Por otro lado, en la revisión de Mendoza (2023), se señala que con el paso del tiempo se han ido implementando varias iniciativas innovadoras y exitosas en la mejora de la educación en las zonas rurales, lo que incluye al uso de las tecnologías digitales educativas que ayudaron a la superación de obstáculos geográficos, gracias a la instrucción remota por medio de internet o programas de televisión educativos. Se debe entender que las tecnologías permiten que el proceso de enseñanza-aprendizaje evolucione, y para ello se debe involucrar a los estudiantes, padres y maestros (Salas et al., 2022). Por ello, los programas de capacitación docente deben considerar instruir en la utilización de recursos educativos escasos y en métodos pedagógicos que se ajusten a las circunstancias de cada lugar, con la ayuda de alianzas entre gobiernos, entidades no gubernamentales (ONGs) y la comunidad en general, lo cual es esencial para el desarrollo de soluciones sostenibles y contextuales que optimicen el acceso y la calidad de educación (Mendoza, 2023). 


Por último, la colaboración entre diversos actores sociales, tales como los padres y madres de familia, las autoridades locales y las entidades comunitarias, puede ayudar a formular políticas más eficaces y ajustadas a las demandas de cada contexto educativo (Suárez y Camacho, 2023). Cuando se formulan y llevan a cabo políticas educativas sin la implicación directa de las comunidades locales, no es posible que se ajusten a las auténticas necesidades de los estudiantes y sus familias. De ahí la importancia de la participación de los padres y madres de familia, los líderes de las comunidades y las autoridades en la toma de decisiones, lo cual garantiza que las soluciones sean prácticas y adecuadas (Mendoza, 2023). De esa manera se promueve el sentido de pertenencia y responsabilidad dentro de cada contexto social, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.  


CONCLUSIÓN 


La brecha educativa entre las zonas rurales y urbanas en el Perú es un tema complejo que implica múltiples factores, donde se entrecruzan elementos históricos, económicos, culturales y sociales que, al no ser atendidos adecuadamente, perpetúan la inequidad en el acceso a una educación de alta calidad. Si bien el Estado ha puesto en marcha algunas estrategias como los programas educativos y algunas políticas públicas para abordar estas desigualdades, como la Educación Bilingüe Intercultural (EBI) y “Aprendo en casa”, los progresos esperados no han logrado cerrar con totalidad esta brecha.  


Uno de los principales factores que intensifica esta inequidad es la ausencia de infraestructura adecuada en las instituciones y el acceso restringido a los recursos tecnológicos y didácticos necesarios para el aprendizaje de los estudiantes, aunado a la pobreza en que están sumergidos la mayoría de ellos. En las zonas rurales, numerosos estudiantes y sus familias aún se encuentran en condiciones deplorables.  


Además, la falta de formación adecuada de docentes en las zonas rurales y la escasez de docentes en esas zonas debido a las malas condiciones de trabajo han agravado la situación. A esto se suman las barreras socioculturales que enfrentan los niños y adolescentes indígenas que no ven su lengua y cultura reflejadas en el currículo. Asimismo, la pobreza y la lejanía son factores determinantes que impiden a muchos estudiantes continuar sus estudios, obligándolos a dejar de estudiar para trabajar y mantener a sus familias.  


En términos del papel del Estado, es claro que la implementación de políticas públicas no solo debe estar centrada en mejorar la infraestructura educativa, sino manejar un enfoque holístico que incluya el acceso a servicios básicos como salud, agua potable y electricidad. La descentralización de la administración educativa y el fomento de la participación de las comunidades son esenciales para el éxito de las políticas educativas. La implementación de tecnologías digitales y la formación de docentes en su gestión pueden resultar una respuesta eficaz, siempre que se adecuen con políticas de descentralización y participación de la comunidad.  


En conclusión, disminuir la brecha educativa en el Perú demanda un enfoque holístico y multidisciplinario, que tome en cuenta tanto factores educativos como sociales y económicos. Mediante políticas diferenciadas, ajustadas a las circunstancias de cada contexto, de esa manera, se asegurará una educación justa y equitativa para todos los estudiantes, sin importar su ubicación geográfica.  


Referencias Bibliográficas 

 
 
 
Post: Blog2_Post

¿Quieres ser un aliado? Suscríbete

¡Gracias por registrarte!

  • Facebook
  • LinkedIn
  • Instagram

©2024 by United Peruvian Youth

bottom of page